Chascomús y después

Laguna de Chascomús
Fotografía: Simón Esain

 

Y sigo viajando. A mi manera, claro, ya que apenas fui hasta la esquina durante 2020 y lo que va de 2021.* De modo que me invento otras formas: en lugar de tren, ómnibus o aviones; sueños, recorridos virtuales y libros.
En este caso, me refiero a uno de los últimos poemarios de Simón Esain.* Y alguito que estuve escribiendo al respecto.

Yo no conozco a Simón más que por las redes. Nos vimos una sola vez fugazmente en el desaparecido Mordisquito* durante una de las ediciones del precioso ciclo de poesía “Al filo”, coordinado por Gabriela Yocco y Daniel Castelao. Lo sigo en Facebook porque me encanta ver los productos de su huerta y las maravillosas fotos que sube, muchas de atardeceres en la laguna. Tampoco conozco Chascomús*, donde Simón está radicado desde hace varias décadas (ya sé, ya sé, Murúa no conoce nada, estarán pensando. Y no están lejos de la verdad…)

Para mí, Chascomús era más o menos la mitad del interminable viaje en el Renault Gordini de mi padre en la infancia. Cuando la Ruta 2 era angosta y los fititos* entreabrían el motor con un palo de escoba porque recalentaban demasiado. Por ahí cerca tomé uno de los café con leche más ricos de mi vida, con medialunas recién hechas. Era, además, el campo y sus misterios. Pero mi corazón de niña añoraba el mar, aun antes de conocerlo, y mucho, muchísimo después. Así que Chascomús no me decía nada, sólo una parada, y a seguir el asombros viaje.

Cuando tenía poco más de veinte, volvió a sonar en mis oídos ese nombre: el nuevo presidente de Argentina provenía de allí. Nunca supe si era profeta en su tierra. Muchísimos años después tuve una compañera, una joven profesora de matemática, que había dejado su ciudad natal para forjarse una nueva vida. Sin embargo, un día regresó. Nunca le pregunté dónde había sido más feliz.

Me dicen que en Chascomús hay tanta mezquindad como en cualquier pueblo chico, aunque no lo sea. No puedo contarlo de primera mano. La mezquindad se da en todas partes, es lo que me parece a esta altura de la vida. Sólo sé que un poeta me pidió algo y no pude negarme (aunque me prometí no acceder con tanta facilidad a una labor que, aunque apasionante, es difícil y poco reconocida). Acerca de los prólogos, su hechura y sus hacedores, hablaré otro día.

Simplemente pasaba por aquí a decirles que leo y releo el libro de Simón. Y que siento que mi padre aún vive y reniega con el Renault, así que me bajo, atravieso el campo y quedo extasiada frente a la laguna viendo el atardecer.

 

*2020-2021, años de la pandemia de Covid19.
*Simón Esain, poeta nacido en Maipú (provincia de Buenos Aires) y que reside desde 1970 en Chascomús.
*Mordisquito: Bar cultural en Buenos Aires que -mientras estuvo abierto- congregó diversas manifestaciones, ciclos y artistas.
*Chascomús: ciudad argentina ubicada en el interior de la provincia de Buenos Aires, cabecera del partido homónimo.
*Fitito: diminutivo coloquial de un antiguo modelo de auto, el Fiat 600.

 

Laguna de Chascomús
Fotografía: Simón Esain
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2 respuestas a «Chascomús y después»

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