Más poesía: acerca de La urdimbre del miedo de Aníbal Costilla

Portada del libro.

Más poesía: acerca de La urdimbre del miedo de Aníbal Costilla

 

por Alba Murúa

 

 

La poesía de Aníbal Costilla en este hermoso poemario es de imágenes ricas y metáforas para detenerse, poesía para descubrir y redescubrir, poesía que consuela el cansado corazón después de tanta declamación o superficialidad.

 

Todo está vivo en sus versos, inclusive el miedo y la disolución. Pero esa vitalidad conmovedora se concentra en especial en las huellas de la Naturaleza, de su pueblo y de su río (que nos presenta en una de las dedicatorias).

 

La personificación entonces, recurso animista,  es una constante:

… el viento que todo lo suelta. /Tuvo manos de obrero…

 

Hay mucho sol, viento, aridez, sed, siestas y espejismos. Y hay duendes, claro:

…un duende de hojas secas le muestra su diente de oro a la mujer que pace la majada.

 

Están los que sufren, los que intentan alejar la pobreza; y están también los alienados:

 

… como perros de dientes mellados/ por la comodidad y la obediencia.

 

Hay dolor y amor. Y momentos luminosos y tristes, como el poema XVI:

 

… era la Madre, vientito de luz, /el sueño que cubría nuestros ojos.



Hay nostalgias de infancia y de seres que ahora son fantasmas.  Y también ternuras y primaveras.

… subo al atardecer de tu nombre…

 

Y, además del miedo que ronda, un deseo de lluvias casi constante.

 

Pero sobre todo, estos poemas son un fuego que arde sin agotarse.

 

 

 

XXVII

 

No se pueden afilar las tijeras del miedo,

no se puede morder el rencor que se esconde en las valijas,

no se puede herir a la serpiente que sostiene la antorcha

en lo alto de los barcos, está prohibida

la insurgencia sin oros,

no se pueden descartar los hechizos

que no dieron resultados,

cómo se hace para decirle a la lengua

que la música se quedó sin instrumento,

cómo se hace para saborear el vino

que atrajo el festín de los caídos,

no se puede detonar la belleza

que duerme en la almohada del espanto,

no se pueden conjurar los espejos, ellos nos deforman

para hacernos más reales, más dignos de algún día de sol,

visibles para sorprender a la sombra de la llama del día,

no se puede jugar con el universo,

es un escudo de nosotros mismos.

 

XXIII

 

Yo digo el día,

como antes dije la noche,

pero son animales diferentes,

dos versiones de la misma mentira.

También digo día

y salta un pájaro, vuela desde un escondrijo de tiniebla,

y digo noche, como si aún no existiera,

como si me faltara la respiración hasta que no se mueve,

una pantera abre la boca e ilumina la pereza del camino.

 

He dibujado con tus dedos una forma de amor en la tierra,

luego soplé suavemente sobre esos trazos.

Aletea la noche, y se estremecen los animales de la luna,

quizá piensan que vamos a amarnos para siempre.

 

Con un chasquido tuyo el día abre luces,

a pesar de nuestra ceguera,

penetras por mi cuerpo, como una lluvia de la loma.

Yo te dejo ir, sabiendo que nada puedo hacer ahora,

el chumuco del deseo me zambulle en tu remanso.

 

 

 

 

 

 

XXXIII

 

Agosto suele ser un mes complicado,

difícil, cargado de sobresaltos, insufrible a veces.

Ni la ruda que amanece al lado de las camas

puede garantizar la salud para el futuro.

 

Al costado de las rutas se ve a la muerte

en los ojos de los animales que fueron atropellados,

involuntariamente, quizás, por los automovilistas.

El polvo del aire comenzará

a cubrir sus osamentas como una colcha sin remiendos.

 

La lluvia nunca llega,

y las plantas aprietan los dientes como sombras

que no consiguen explotar. La luz es el horizonte en fuga.

Sabe el polvo esperar, es un buitre que no quita el ojo.

 

Pero los niños, hijos del fuego,

necesitan los charcos llenos, mojarse los pies,

las plumas de sus ojos brillarán con el día que llega.

Pajaritos de lluvia, risas del viento que rejuvenece al mundo.

 

Agosto es un mes de cuidados.

Hay que saber elegir la huella para no errar

el destino. Es un mes de estrujar el cansancio,

ponerlo a dormir, dejar que maduren los finales.

 

Aníbal Costilla. La urdimbre del miedo. Buenos Aires: Buenos Aires Poetry, 2020.

 

 

Nació en El Mojón, Dpto. Pellegrini, Santiago del Estero, Argentina, en 1980. Es escritor y docente. Escribe poesía y cuento. Ha publicado los libros de poesías “Mojonerías” (2008), “Historia del Vacío” (2009), “El árbol de los pájaros secos” (2011), “Los días solitarios” (Subsec. de Cultura de Santiago del Estero, 2016) y “De este lado del río” (Equinoxio, 2018), “Memoria del canto” (Camelot América, 2018), Colección “2 Poemas” (Ed. Arroyo, 2018), “Dejarse llevar” (Niña Pez Ediciones, 2019), “Esto parece eterno” (Caleta Olivia, Rangún, 2019), “El paraíso podría esperar” (Camelot América, 2020), “La urdimbre del miedo” (Buenos Aires Poetry, 2020) y “Última oportunidad + 2 Poemas” (Arroyo Ediciones, 2021).  Ganó el primer premio del Concurso Anual de Poesía Inédita 2021 “Enrique Banchs” de la Fundación Argentina para la Poesía con su poemario “Las semillas”. Fue incorporado a la “Antología de Poetas Santiagueños” de Alfonso Nassif (2013). Integra la “Antología Federal de Poesía, Región Noroeste” del Consejo Federal de Inversiones (2017). Publicó textos en diferentes revistas literarias y en los diarios El Liberal y Nuevo Diario (Santiago del Estero, Argentina).

 

Más de Aníbal Costilla: 

 

*En 2020 invitamos a Aníbal Costilla a nuestro ciclo de poesía La Dicha, que coordinamos María Sueldo Müller, Elizabeth Molver y la que suscribe. María había lo había leído recomendado por -nada menos que- Jotaele Andrade.

Pueden ver aquí su participación en ese encuentro:

ñhttps://www.youtube.com/watch?v=P3JAqM6oY8U&t=212s

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5 respuestas a «Más poesía: acerca de La urdimbre del miedo de Aníbal Costilla»

  1. Hermosos poemas, realmente. Las palabras viejas se vuelven nuevas, resplandecientes, al nuevo contacto con las otras en la novedosa combinación que hace el poeta.

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