
Gustavo Silva, la sonrisa del poema, el humor y el amor
Por Alba Murúa
Estuve leyendo el nuevo libro de Gustavo Silva, Una mujer roja y un silbido a lo lejos.
Y encuentro plenamente al poeta entrañable en estos versos: cierta melancolía tanguera que sobrevuela mucho de su poética (por ejemplo, en Milonga Triste o blues de la isla Maciel), el humor más abierto o más sutil, las ironías. Como me dijo una vez el autor, se divierte al pergeñar poemas, pero también asombra con inesperadas imágenes y metáforas de profusa inspiración. Y en cuanto a temáticas, encontramos denuncias, homenajes, las pérdidas y, por supuesto, el amor, siempre el amor.
Les dejo unas palabras que escribí para el libro que editó el año pasado, y les cuento que pueden conseguir gratuitamente ambos poemarios en su formato electrónico. Sólo tienen que ponerse en contacto con Gustavo mediante su cuenta de Facebook.

Un canto singular, la dulce faena de una voz melancólica
Vestigios, resquicios y desquicios de una historia nos pone desde su título en una disyuntiva propia del poeta que nos convoca: la resolución dionisíaca, la burla más o menos sutil, la melancolía desafiada por floridos versos.
En esta nueva obra, Gustavo Silva, retoma varios de sus motivos líricos: el pasado, la nostalgia, el amor.
El poeta observa a su alrededor y no encuentra nada que no pueda incluir en su creación, desde la fina ironía hasta el humor más abierto.
Pero si observamos un poco más, hay también un desasosiego del desencuentro, de los frustrados recursos de la seducción que no funcionan como se espera o como proclama la publicidad.
Y hay una historia, sin dudas. Los vestigios, ¿serán los del llanto?… Así parece al menos, en algunos poemas y en el motivo del corazón roto:
…podrían pasar/ por dos planetas desencontrados/ fácilmente/ por un par de bolitas de naftalina/ y lloran… “Identikit”
A las cinco en punto al ritmo del Big Ben/ desbordan por el enrojecido lagrimal/ del pobre animal/los siete mares del mundo… “Lágrimas de cocodrilo”
¿Por dónde andará tu corazón?/¿Falta mucho para que venga?… “Boceto cardiopático”.
Los resquicios son también lo no dicho, los desencuentros. En “Desamar”, por ejemplo:
… queda alguna esquirla aturdida/ de su perfume/ un destrozo en el aire a su voz…
Los desquicios son también paréntesis, juegos cuasi conceptistas u homenajes al que partió. A veces crecen alas en el poema; otras, se quiebran.
Y, por si nos gana la tristeza, observamos al chimpancé de la tapa y su clamor de Más peligroso que mono con navaja, cómo no sonreír entonces.
Sin embargo, hay un rumor que corroe las sonrisas: Habrá de doler/ más de la cuenta este cielo… (“Poema aéreo”).
En fin, que brilla Gustavo Silva en esta breve muestra, nueva entrega de su arte, brilla y derrama colores,…aunque esta historia sea en blanco y negro… (“Preludio de primavera”)
Alba Murúa
Algunos poemas de Una mujer roja y un silbido a lo lejos:
DANA NUNCA PINTÓ LA LLUVIA
Dana nunca pintó la lluvia
desfilaron eso si
entre sus manos y ojos
una infinidad de animales
aleteos nocturnos de fiebre en furia
un variado tropel de luces
contra el submundo de la siesta
un arremolinarse de escaleras
y palabras fugitivas
hacia el hueco del viento
pero… nunca
nunca la lluvia
posiblemente alguna vez
a media luz en la certeza,
la audacia de un ángel
empapado hasta el alma y las alas
de precarias nostalgias de un cielo
pero la lluvia no entiende
esas cuestiones de posar sonriendo
nunca se queda quieta
repica y replica acariciando
y salpica provocando en vano
y nos sueña desbordada en llanto
por eso mismo Dana nunca retrató la lluvia
siempre volátil y compleja
en ese envejecer de a poco,
bajo la luz de la misma esquina
con su rezo en desabrazos y quebrantos
la misma lluvia
cantando pasajera
trastocando un recuerdo
la misma lluvia desafinando y desafiando
la misma lluvia en otra historia
imitando sin voz y vos
esa la sed que va desvaratando
descascarando
despintando la luz de un regreso
y ninguna lluvia
siempre una pincelada herida
contra un cielo caído por decorado
el patio de baldosas ciegas
y un vuelo en círculo de gorriones crucificados
lejos de luz y de voz en resucitar la tarde
por eso Dana nunca habrá de pintar la lluvia
a escondidas guarda para tiempos sin tiempo
y noches intransitables
un retazo de arcoiris
para zamarrear hasta hacer lloriquear
de brillos al sol.
ÚLTIMA
Voy a escribirte esta noche
amor mío
esta noche que será la última
los ojos cuarteados de naufragarte,
las palabras rabiosas por ser jauría
esta noche será la última
un malestar de palomas percutiendo en do sostenido
de observarte y maldiciendo que apenas seas bruma
y nada más que eso
bruma
insipida de nada ni trazo de recuerdo
esta noche será la última
quiero que me entiendas,
sera la última vez que te escribo
nadie se dará por enterado
asesinaremos todos los vestigios
invocaremos al fantasma y a la gárgola
esta noche será la ultima
si hasta las piedras pudren el aire
si hasta el cartílago de la estrella más lejana
peca de insomnio para que no haya otra noche
voy a escribirte esta noche
amor mío
de una vez por todas la última
guiarás mi mano y en salto mortal
acariciaremos la bestia
una palabra tuya
bastará para devorarnos.
TRINCHERA
El corcoveo de esas estrellas
en el cielo negro
puede ser un pecho
luminoso e iracundo
que flamea
una bandera
con jirones en borrasca
o simplemente
mi ojo tan estremecido
que aún sostiene
que la lucha sigue en pie
y sin tregua
y que yo
no me estoy muriendo,
no
apenas
pudriéndome de viejo
demasiado solo
y acribillado de sueños
que no se rinden
demasiado solo
en esta trinchera.

Gustavo Silva nació en Buenos Aires en 1960. Es diseñador gráfico. Durante el período 1977-1984 participó como coeditor de la publicaciones Cordón Umbilical, Merlina y Antimitomanía. Dibujó en diversas revistas alternativas de aquellos años.
Como poeta publicó: Papelespacio (1978), Reflejos Nocturnos (1981), El riesgo al infarto de miocardio debido a la prolongada contemplación de la lluvia (1995) y las plaquetas: Uh! (1996), Little red rooster Blues (1996), Un viejo, muy viejo colgado de una guirnalda (1997), Un agrio perfume a sirenas (1997), Crónicas del último cielo (1998), Pequeña antología de las peores serenatas (1999), Aquella mañana en que fusilaron a Mata Hari (2001).
En 2010 participó en la antología Poesía y Poetizar.
En 2012 publica el poemario Milonga triste o blues de la isla Maciel (79 poemas y un esperpento).
En 2020, Vestigios, resquicios y desquicios de una historia.
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