LEER COMO UNA FORMA MÁS DE RESISTENCIA

 

 

Primer semestre de 2021, segundo año de pandemia

 

Inauguro una nueva sección en el blog. La de enumerar lecturas, ya sean libros físicos que por alguna razón no reseñé (o sí, pero en otros espacios)  tanto como libros en formato digital.

Y digo otra forma de resistencia, refiriéndome a la pandemia que asola el planeta desde el año pasado y que nos tiene a maltraer.  Los libros iluminan,  bien lo sabemos los lectores.

Desde que comenzó el año, he leído bastante, aunque podría haber sido más.  Parte de ese material me lo ha facilitado la queridísima Biblioteca de Haedo, de la que soy socia desde hace tiempo y en la que incluso he coordinado -junto al escritor moronense Fernando Vega- un taller de lectura.

Rescato títulos como El vino del estío de Ray Bradbury  (que tanto me había recomendado -y con justa razón- la querida María Sueldo Müller), El nervio óptico, una joyita de María Gainza, y la conmovedora El lugar del padre de Ángela Pradelli.

Comencé a leer  a Claudia Piñeiro y no puedo parar; hasta ahora: Las viudas de los jueves, Las maldiciones, Una suerte pequeña, Elena sabe, Un comunista en calzoncillos, Quién no y su renombrada Catedrales.

Otro autor que empecé a frecuentar fue a Martín Kohan. Las tres novelas que leí a esta hora se sacan chispas: la sugestiva Bahía Blanca, la estupenda Segundos afuera y la estremecedora Dos veces junio.

También me tocó el turno de leer a Marosa di Giorgio, su extraño y poético mundo. Hasta ahora tres títulos:  Rosa mística, Reina Amelia e Historial de las violetas.  No había conectado antes con Marosa, pero ahora tengo con su universo una relación entrañable. Aprovecho para recomendar, de paso, el precioso documental sobre su vida, El ruedo en flor de Juan Pablo Pedemonte.

Dos novelas duras e imprescindibles que me debía: Enero de Sara Gallardo y Las primas de Aurora Venturini.

En la Biblioteca del Ministerio de Educación, leí la sugestiva Kavanagh de Esther Cross y en la Biblioteca Nacional, los deliciosos relatos de Tres historias pringlenses de César Aira.

Guillermo Martínez me sigue encantando con su serie policial clásica ambientada en Oxford. En este caso, Los crímenes de Alicia, para aplaudir de pie.

Otra novela que disfruté enormemente fue Adiós Hemingway de Leonardo Padura.

Cristian Vitale escribió hace diez años su ópera prima:  De espaldas. Es una novela poética y bellísima que no ha envejecido un ápice. Esta reseña está en el blog, por cierto. Otra ópera prima reseñada inaugura, a su vez, un proyecto editorial independiente que alentamos: se trata de El elefante negro y el poemario Lo que cae entre la niebla de Fabián Chazarreta.

En poesía, además de picotear aquí y allá, y de lo que ya comenté, tuve la dicha de leer a Valeria Zurano. Insular es un poemario que no defrauda a quienes somos sus lectores asiduos.

Otro poemario que no he reseñado más que para Instagram pero que merece mención es Tundra de Gabriela Clara Pignataro, editado por Años Luz.

Y por hoy me despido aplaudiendo a la queridísima María Belén Aguirre y su obra premiada en 2020 por el Fondo Nacional de las Artes,  Siamesas.

Pueden leer aquí lo que escribí acerca de esta nouvelle poética. Y si prefieren que profundice mi comentario acerca de alguno de los títulos, escríbanme, estaré encantada de hacerlo.

 

https://devenir111.com/belen-aguirre/?fbclid=IwAR2tSxMm0uN7CuivNK77YP7awj4O5eJKD5aaG7fOw09TSgVh_xS0S3ovZoI

 

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Cuando la magdalena en el té nos transporta a un febrero persistente: De espaldas de Cristian Vitale

 

Cuando la magdalena en el té nos transporta a cierto pueblo en un febrero persistente: De espaldas de Cristian Vitale

 

por Alba Murúa

 

 

Cíclica y profundamente poética. Así resumiría la nouvelle de Cristian Vitale. El tema del tiempo en un pequeño pueblo y más, mucho más. Y claro, eso nos lleva inevitablemente a Proust.  Aunque también a Saer y a Borges, de quienes el autor –sospechamos- es lector minucioso.

 

Algunas lecturas llegan a nosotros diez años después. ¿Tarde? Podría ser en algunos casos, pero no en este. La novela de Vitale tiene el sabor de lo atemporal y podría convertirse en un clásico contemporáneo si su autor contase con un agente literario y una editorial de renombre. ¿Los necesita para reafirmar su alta calidad? De ningún modo. Esta lectora sólo lamenta que no haya más público que pueda disfrutarla.

 

 

El pueblo recuerda a otros de la literatura latinoamericana. A medio camino entre la Santa María de Onetti, Comala de Rulfo o Macondo de García Márquez.

Pero es Francisco Madero y, a la vez no, claro. Porque está transformado en un espacio de ficción que trasciende los límites del propio pueblo. No lo conocemos, pero dan ganas de ir allí y buscar el sabor de cada capítulo en sus calles enarenadas.  O esperar el tren que siempre tarda demasiado, embiste o pasa como un sueño.

El homenaje a Yupanqui es hondo y misterioso, se habla de la huella sin nombrarla, y de la música en el silencio. La contemplación se ahonda y dispara certezas metafísicas: Si no nos ven, ni nos oyen, desaparecemos.

Están también por supuesto, los secretos, lo prohibido. El quiebre de las normas rememorado en la transmutación que provoca el monte.

Hermosos los adjetivos y adverbios que homenajean a algunos de los preferidos del autor: borgeano,onettisando, cortazariano, rulfianamente, almafuertianamente.

De Cortázar recordamos el objeto enfocado y tranfigurado, las certezas, las falsedades de las tomas fotográficas. Y no sólo en su poética, sino en una extensa tradición de fotografías que roban el alma o capturan al fallecido, fotografías relacionados con lo recóndito, lo mágico.

En ese último capítulo, encontramos una reflexión acerca de los límites de la palabra:

“… además uno tiene siempre, cuando lo quiere contar, la horrible e impotente sensación de estar mintiendo, como si uno dijera, mirá ayer soñé con esto y esto pero en realidad no era esto y esto sino aquello y aquello y uno lo deja así pero se queda sabiendo que tampoco era aquello ni aquello sino otra maldita cosa, un eso, un otra cosa, quizá, que se escapa por todos lados, que nos queda grande diríamos, que se muere en las palabras, que nace en la noche del sueño y muere en la mañana de la palabra, y que ya empezamos a detestar porque es como si nos sacara la lengua, como si vivieran a pesar nuestro o a nuestra costa, sin que los podamos exteriorizar, o sí, pero a costa de un crimen, a costa de su muerte, qué se le va ser…”

 

Hay un arte en la evocación, el perfume eterno de la nostalgia. Lo que fue, lo que no, lo que quizás.

El tiempo es circular, no lineal. Y ello se reafirma en un perfecto final que sostiene el deleite hasta el último párrafo.

 

 

Cristian Vitale

 

Cristian Vitale es escritor, músico y docente. Nació en la ciudad de La Plata, el dieciséis de febrero de 1980. A los cuatro años se fue a vivir con su familia al oeste bonaerense, a la ciudad de Pehuajó, a veinte quilómetros del pueblo que recrea en su primer libro de cuentos, De espaldas (2010), al que fue obsesivamente cada fin de semana y cada verano. A los diecisiete volvió a La Plata para estudiar. Después de algunos intentos, ingresó a la carrera de Letras en la UNLP, de la cual egresó en 2006. En el 2008 sacó un disco con su dúo Luvina (Luvina), con canciones y arreglos propios, en voz y guitarra. Actualmente ejerce la docencia en colegios secundarios de la ciudad de La Plata y dicta talleres de lectura y escritura. A punto de salir está su libro de poemas en prosa, Canciones a la Virgen. Parte de su obra puede leerse además en su blog de poesía , cuento  ensayo, Al principio fue la Urgencia.

 

Más del autor en su blog:

http://alprincipiofuelaurgencia.blogspot.com/

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De comienzos venturosos: Lo que cae entre la niebla de Fabián Chazarreta

 

De comienzos venturosos: Lo que cae entre la niebla de Fabián Chazarreta

 

 

por Alba Murúa

 

Leer estos poemas y asentir. Claro que tenía que ser este el primer libro de El Elefante Negro.*  Y una entiende porqué a Omar* le complació tanto la poética del autor.

El maestro era bravo y muy poco de lo nuevo le gustaba, pero en estos versos ciertos motivos recurrentes dialogan con su poesía. Dos generaciones:  Fabián no fue exactamente su discípulo, pero hablaban un mismo lenguaje. Un lenguaje suburbano, de clase, pero también universal, un lenguaje puramente poético.

El medio centenar de poemas que componen Lo que cae entre la niebla están impregnados de una sensibilidad profunda, barrial y política, íntima y familiar.

En sus versos, el ser conurbano se codea con las raíces quechuas y una reconoce esa voz dolida de los miles de obreros que ha parido Buenos Aires –aunque vinieran de lejanos parajes- esos miles que son uno solo: el padre del yo poético, o mi propio padre. Claro, no puedo menos que sentirme identificada con tanta pérdida y tanta nostalgia. Están las despedidas;  también la herencia, unas pocas palabras que queman como brasas o unas cortinas que ondean en la noche.  Se suma la furia por los malos gobiernos y el lento desangrarse de las familias trabajadoras.

La resolución de la justa bronca se manifiesta en imágenes que vuelan o recurren al destello de la ironía.

Hay también pequeños homenajes a seres que lucharon por nuestros derechos y a algún ídolo del barrio. Sólo una cosa no hay. Es el olvido, diría Borges.

Y hay pan, el pan material y el simbólico, el que se compra con desmedido esfuerzo, el que se comparte, el que se termina demasiado pronto, el que se sufre y del que no quedan ni las migas.

 

En medio de la pena, pequeñas luces para alumbrar el camino: el flash de la cámara, los refucilos o el rayo, un sobrecito de brillantina y, por supuesto, las luciérnagas, la magia, el amor.

 

 

 

BANCO GALICIA 2002

 

Esas columnas

donde hoy se afirman

los jardines de la usura

alguna vez fueron mías

 

En ellas me froté

la espalda como un gato.

En ellas me eché

como un perro

después de la comida.

 

Entre ellas me hice amigo de los hombres.

 

Esos trozos de carbón en el cajero;

la ingeniería de los cascos

relojeando quien silba en los andamios;

la cal, como un buitre blanco

picoteando el carraspeo.

 

No les debo nada.

 

Llevan mi sangre

haciendo equilibrio

en la punta de un estribo

allí apunta la mano

invisible

que riega la plusválida semilla

 

allí crece la bronca

no el rencor

 

porque abrí una flor

cada vez que cerré el puño.

 

 

 

SI PUDIERA DARTE EL CORAZÓN

 

Antes de que el rocío toque el suelo,

antes de levantarnos a bajar la ropa

y salga esa estrella que siempre sale

del lado frío de la cama.

Si pudiera darte el corazón así:

Antes de la quema del vecino,

de la baba del diablo

flameando sobre el rayo

que fuga la argentata en la lavanda

si pudiera tender

el corazón para tu sí, para tu no.

Como una estrella en tu cabeza

antes de que el rocío

toque el suelo y lo cuelgues

en el jardín en noches oscuras.

 

FABIÁN CHAZARRETA

 

 

 

  • Omar Cao (1948-2019), poeta, editor y maestro de poetas, La Matanza, provincia de Buenos Aires, Argentina.
  • El Elefante Negro: editorial independiente (San Justo,  Buenos Aires), cuyo nombre representa un homenaje a Omar Cao, ya que hace referencia a unos versos de su autoría.

 

Fabián Chazarreta. Lo que cae entre la niebla. El Elefante Negro:  San Justo, 2020.  Prólogo de Eduardo Vardé.

 

Fabián Chazarreta

 

Orlando Fabián Chazarreta nació en San Miguel, Buenos Aires en 1981. Vive en La Reja, Moreno. Es docente de literatura. Autor de algunas canciones y poemas. En el año 2020, El Elefante Negro Ediciones editó «Lo que cae entre la niebla», su primer libro.

 

 

 

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Contemplación y extrañamiento: Paisajes con agua en movimiento de Melisa Papillo

Contemplación y extrañamiento: Paisajes con agua en movimiento de Melisa Papillo

 

por Alba Murúa

 

Como el agua que horada la piedra y se anuncia en el título,  como un manantial, así de transparentes y persistentes son estos poemas de Melisa Papillo que dan más y más a medida que los navegamos. 

 

Leí unas cuatro o cinco veces este libro. No es difícil, dirán, es poesía y se destaca por su brevedad. Pero hay otras cuestiones a considerar. 

La primera lectura fue en formato virtual. La editorial La Carretilla Roja había encontrado el modo de compartir el poemario en plena  cuarentena antes de poder enviarlo en papel. 

Garabateé entonces impresiones, ya pensando en este comentario. Luego traspapelé aquella hoja. Un par de meses después la encontré; coincidió con la llegada del objeto libro y nuevas relecturas, cada vez más fructíferas. 

 

Los documentales y los videos en YouTube son una excusa para filosofar y hablar de poesía. También son cimiento que se despliega en la tarea de una reconstrucción. 

El primer poema sienta las bases del itinerario interior. El libro podría haber sido escrito en 2020, el periplo lo sugiere. Pero ese camino íntimo es de algunos años atrás y nos habla de una vida, de una historia, de herencias, travesías, exilios.

 

El poema homónimo que da origen al título, Paisajes con agua movimiento, En el interior de una roca hay vida Puerperio en Caseros nos parecen el núcleo de esta obra. Cada secuencia es parte de un todo perfecto: el pozo-útero,  el agua cierta y metafórica: lluvia, río, líquido amniótico.  Y la piedra, su certeza, su peso, su perennidad, su transmutación. 

El yo poético nos dice muy bien del extrañamiento de la maternidad, de la metamorfosis, la incertidumbre, la sorpresa de una ambigua soledad. Se  asombra y no; se desconoce, se acepta y observa (el epígrafe de Herzog acompaña perfectamente este devenir). *

Hay de algún modo, un sumergirse en un presente abrumador hasta encontrar la punta del ovillo: que podría ser la relación con lo ancestral, tanto lo propiamente familiar como lo vinculado con la especie humana.

 

Y en ese viaje interior,  surge por momentos la contemplación para posar sobre el barrio una mirada a veces de reconocimiento, otras sutilmente irónica:

 

Tenemos nuestra banda sonora

 

¿Qué más queremos en este conurbano?

Pusimos palmeras, hicimos un barrio tropical

húmedo y sucio.

Las cotorras habitan completamente la tarde. 

 

El mapa que acompaña la edición en papel, más el Atlas en movimiento al que podemos acceder mediante un código QR son detalles encantadores que complementan el conjunto.

 

En conclusión, en tiempos inciertos, estos paisajes de Melisa Papillo resultan una estupenda compañía. 

 

* Tal vez yo quiero ser ese hombre que mira al horizonte y decide salir a descubrir por sí mismo la forma de la Tierra. Werner Herzog

 

 

Puerperio en Caseros

 

I

 

Están cambiando los colores de la noche,

el bebé duerme salteado.

Son las cinco de la madrugada

y en estos tiempos no me gusta el café,

el cielo cae definitivo.

Confundida en tormenta de arena

voy.

En realidad, me quedo hibernando.

Son las cinco y cuarenta de la madrugada

no sé nada sobre mí.

Es la hora en que secretamente

caminamos sin mapa.

Hay en el cielo colores nuevos.

No sé nada sobre mí.

 

II

 

Afuera llueve y sigo en el sillón

no sé qué hora es, ni qué día

hace una semana llueve

más de lo necesario.

No tengo chocolate, no sé

en qué mes estoy. Me aburro.

La perra se esconde bajo la escalera,

no sé nada sobre mí.

Afuera llueve y no tengo paraguas.

Debería hacer algo con la lluvia.

Ya no tengo

cómo frenarla.

 

III

 

Caer en un pozo

ser perseguida por la propia sombra

mirarse adentro pero temblando

son cosas que podrían suceder si

me entrego a la ola que llega

que veo venir, altísima

de esas opacas,

sin la magia de la espuma.

 

Melisa Papillo. Paisajes con agua en movimiento.  Luis Guillón: La Carretilla Roja, 2020.

 

Melisa Papillo

 

Melisa Papillo nació en Buenos Aires en 1984. Escribe poesía, es docente y librera en Mochila de libros. Publicó los libros Paisajes con agua en movimiento (La Carretilla Roja, Argentina, 2020 y Ediciones Liliputienses, España, 2020) y La mecánica de los días (Editorial Simulcoop, 2012).

 

 

 

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Cuando la distancia fue la prueba: 2020

Cuando la distancia fue la prueba: 2020

Resumen de un año inusitado

 

Un año sin abrazos, sin rondas de mates. Un año con muchas pérdidas. De cualquier modo, sé que para muchos ha sido infinitamente más duro. A ellos, mi abrazo solidario. 

 

Pero en este último artículo del año, quiero recordar algunas cosas lindas que nos inventamos entre todos para pasarla lo mejor posible. Hablo desde el ámbito del arte, de la literatura, de la poesía. 

 

Espero no olvidarme de nada ni nadie, ahí va una enumeración que me llena de genuino orgullo; lista desordenada, sepan disculpar. 

 

En Instagram estuve muy activa, lanzando desafíos de escritura y mini cursos en el feed. 

Me animé a refrescar mis talleres virtuales, dedicados ahora exclusivamente a poesía. Fue una experiencia hermosa que continuará durante 2021.

 

En dos escuelas, salí un poco del aula y participé en una coordinando un breve taller de poesía y, en la otra, me dejé entrevistar como escritora por alumnos y docentes. 

 

Participé con mi palabra poética de diversos encuentros virtuales a los que me invitaron, entre ellos: la presentación del último poemario de Ciela Asad. Ciclos:  Leyendo poesía en casa de Anamaría Mayol, Poesía en la pieza de Juan Cruz Romero y Fernando Ayala, Videoteca de Poesía de la Biblioteca Popular Carlos Gardel, Semana de la poesía de la Escuela Portal del Sol. 

 

Fui invitada a participar de dos eventos internacionales que me llenaron de satisfacción:   las Jornadas Virtuales de Arte y Territorio  y el Festival Internacional Tenopoesía (Chile).

Participé además de un homenaje colectivo a Olga Orozco para la Biblioteca Municipal de Morón.

Durante todo el año mis poemas salieron publicados en el blog Mis poetas contemporáneos de Gustavo Tisocco y en la querida revista cultural Devenir 111. En esta última también publiqué acerca de dos sendos y bellos poemarios: el de María Sueldo Müller y el de Jotaele Andrade. 

Y colaboré con una crónica del aislamiento en La Primera Vértebra. 

 

Presenté dos libros: Expulsada del Edén de María Sueldo Müller y Piel de Mariposas de Verónica González. 

 

Aparecimos algunas veces en la prensa local: gracias Diario NCO, 1 Digital y SIC.

 

Otra gran alegría: nuestros libros de la colección Alto Guiso de Leviatán fueron incluidos en la biblioteca virtual del programa Leer en Casa, del Ministerio de Educación de la Nación. 

 

Seguimos formándonos -entre otros- en un precioso curso impartido por Florencia Defelippe para la UNLAM.

 

Continuamos con la actividad del Club de Lectura Mujeres de Latinoamérica.

 

Y concretamos un sueño, nuestro propio ciclo de poesía, junto a las queridísimas Elizabeth Molver y María Sueldo Müller: La Dicha. 

 

Por último, en mi blog no fue demasiado -pero sí muy satisfactorio- lo subido. Aquí los títulos que pueden buscar:

 

Conurbano:  Nosotras en la cultura (acerca del Primer Encuentro de Mujeres Poetas en el Oeste) 

Por qué leer literatura

La novela contemporánea y la mujer protagonista I:

Angélica Gorodischer:  Las señoras de la calle Brenner 

Escribir en cuarentena

Giselle Aronson.  Como si de verdad 

Una pieza poética para ejecutantes virtuosos: Maratón dromedaria de Hernán Lasque

Un concurso de novela de Norma Píngaro y Juan Carlos Nahabedian

Piel de mariposas de Verónica González

Ciela Asad. El triunfo del jilguero, la belleza, el poema

 

¿Quedan pendientes?… ¡Claro!

Principalmente mis poemarios. Había prometido uno para diciembre, pero verá la luz en febrero.

¡Y mucho más!

Será cuestión de seguir trabajando. 

 

¡Feliz año nuevo para todos/as! <3

 

 

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Lanzamiento virtual del Taller Poderosas Poéticas

Lanzamiento virtual del Taller Poderosas Poéticas

 

por Alba Murúa

 

“Lea usted poesía todos los días. La poesía es buena porque ejercita músculos que se usan poco. Expande los sentidos y los mantiene en condiciones óptimas. Conserva la conciencia de la nariz, el ojo, la oreja, la lengua y la mano. Y, sobre todo, la poesía es metáfora o símil condensado. Como las flores de papel japonesas, a veces las metáforas se abren a formas gigantescas…”

 

Así dice Ray Bradbury en su precioso ensayo El zen en el arte de escribir.

 

Y en eso estamos. Desde que escuché de labios de mi madre las primeras rimas, desde que me cantó las primeras nanas. Desde que me enseñó a recitar poemillas para niños de García Lorca o Juana de Ibarborou. Desde que en la escuela descubrí la punta del ovillo de las infinitas posibilidades de la palabra poética y me transformé en una lectora voraz.

Desde que escribí el primer poema que recuerde, a los diez años, un poema para mi padre en que lo comparaba con un olmo (árbol que sólo había visto en sueños, al decir de Bachelard).*

 

Descubrí que la poesía iba más allá de la música (Serrat, Manzi, Spinetta, Heredia, por citar sólo algunos) y del verso: Juan Ramón Jiménez y su Platero y yo;  Saint Exupery y El principito; El cartero del rey de Tagore -una delicia que se deshacía en la boca al decirla-. Era un tiempos de maestras inquietas que me acercaban al coro hablado y a extensos poemas que recitaba sobre el escenario vestida según la ocasión de cada fecha patria. 

 

Luego, en la adolescencia, descubrí la poesía del barro y de la leña crepitando, de las estrellas y de las tormentas. Y el enamoramiento,  la emoción que arreciaba, dolorosa experiencia para una jovencita tímida siempre al borde del precipicio.

 

Todo se volvía poema. Y de tanto leer a Neruda, comencé a escribir una serie titulada “Odas a la lluvia”.  Informada de que demasiados habían tomado el mismo motivo lírico, la dejé. Sin ningún maestro como guía, había descubierto el peligro de la repetición y, después, de la metáfora muerta aunque eso me llevó algún tiempo más. Pero -como cualquier aprendiz- imitaba lo que leía y releía (a falta de poemarios repasaba una y otra vez , los que tenía) así fue que escribí sonetos aggiornados al estilo de Cien sonetos de amor. * 

 

Uno de ellos fue publicado en una revista literaria gracias a Julia, mi profesora de literatura de cuarto año, que apreciaba mi ímpetu. Todavía la evoco leyendo a Machado, a Bécquer, a García Lorca. Y hablándonos por primera vez en nuestra vida del Fondo Monetario Internacional. 

Recuerdo un blazer verde seco que hacía juego con sus ojos, su eterno cigarrillo, su desfachatez al sentarse sobre el escritorio, su ironía, su forma de sonreír. La perseguía por los pasillos, lo que demuestra cuánto necesitaba un maestro que no llegaba a mi vida ya que la sola idea de tener una hija poeta espantaba a mi padre, niño campesino devenido en obrero metalúrgico.

 

Ya había demasiados poetas en la familia, aunque era casi un secreto vergonzoso.  Sólo de vez en cuando uno de mis tíos me recitaba versos y me pasaba libros extraños subrepticiamente.  

 

Luego me puse a trabajar por encargo. Al enterarse mis compañeras de mis composiciones, me encargaban poemas para regalarles a sus novios. Les preguntaba cómo eran y por qué los amaban, escribía el poema a la carta y ellas se lo entregaban como si hubiesen sido las autoras. ¡Dichosa Cirano,* que sólo sufría por sus propios amores no correspondidos! A uno de estos chicos esquivos le escribí un poemario completo, que luego quemé o perdí, como tanto de aquel tiempo.

 

Rayando mis veinte descubrí la poesía erótica, también la que vivía en la prosa, en los grandes clásicos rusos, franceses y la poesía de los grandes autores de la ciencia ficción .

 

Luego llegó el profesorado, como un deslumbramiento que me recordó a cierto profesor de música que me presentó por primera vez a Bach y a Behttoven. 

 

Llegaron a mí organizadamente la amada generación del 27 española en pleno y las vanguardias de principios del siglo XX.  Aumentaron mis lecturas, pero entré en un ambiente docente -no tanto poético- así que, de algún modo seguí siendo autodidacta. Pasé también por una etapa dolorosa y oscura en que reprimí mi vocación, ya que leer a tantos grandes me hacía exclamar para qué,  para qué si hay dos poetas por cuadra solo en mi barrio, para qué si tantos grandes han escrito tan maravillosos poemas.

 

Pero claro, hay que leer poesía todos los días, abona las tierras áridas, desafía la lógica, despega el espíritu de la mediocridad en que amenaza hundirse, nos aleja de la televisión y de lo fútil, porque nada es más pleno, más eterno, más imprescindible más diáfano y difícil, más maravilloso. 

 

Pero -cuidado- si todos los días se consumen malos versos, esos que  copian, que pretenden ser los mejores pero son rimbombantes y melosos, una puede terminar seriamente dañada. Mejor abstenerse: mirar el cielo largamente,  escuchar los pájaros y cuidar el jardín, como decía Baldomero,* porque no se hallará la poesía en malos versos como no puede taparse el sol con las manos (¡vivan las metáforas muertas!)

 

Por eso, después de ver tanta página que se dice poética, tanto muro que chirría, decidí compartir mi experiencia y mis continuas lecturas de clásicos y contemporáneos.

 

¡Pongo en marcha el taller y los/as invito!

 

  • Gastón Bachelard. La poética de la ensoñación.
  • Pablo Neruda. Cien sonetos de amor.
  • Cyrano de Bergerac, poeta francés inmortalizado por la obra dramática de Edmond Rostand (1897).
  • Baldomero Fernandez Moreno (poeta argentino, 1886-1950): Quitar las hojas secas/ a mis plantas,/ tomar la pluma/ y escribir dos versos/ besar tus labios,/ sonreír al hijo…/ No tengo fuerzas para más,/ni quiero. (“Cansancio”).

 

 

¿Querés saber más sobre el taller?

Escribime:

Correo: albamurua@gmail.com

Instagram: @poderosaspoéticas

 

 

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Piel de mariposas de Verónica González

Portada del libro.

Piel de mariposas de Verónica González

 

por Alba Murúa

 

Verónica González.

 

Hace algunas semanas tuve la alegría de ser invitada a la presentación del primer poemario de Verónica González, Piel de mariposas.

Para la ocasión, estuvimos presentes, entre otros, la poeta, la autora del prólogo, Pipi Sbarra, y el responsable de la hermosa edición,  Hernán Vitenberg.

Aquí les dejo mis palabras y un poema del libro:

 

Me asomé al balcón y vi una mariposa blanca. Bajo un sol bellísimo y en pleno junio. Me pareció un muy buen augurio para la presentación de este nuevo libro.

 

Piel de mariposas, leemos. Nos llega así  el título del primer poemario de Verónica González y nos toca, leve.

Leve es el libro, aunque muchos de los poemas se refieran al dolor colectivo;  leve  y bello, perfecta combinación de letras y arte visual.

Bulbo Editorial -exquisitos editores artesanales- nos otorga un volumen físico cercano al libro álbum, al libro objeto. Diferentes calidades y tonos de papel y tres artistas visuales que combinan la fotografía con el esténcil y el diseño gráfico, logran una resultado hermoso para regalar o regalarse. Pero no vayan a creer que es sólo belleza: lo ideológico se funde en la imagen que acompaña perfectamente al poema.

Piel de mariposas. Inmediatamente nos asaltan dos imágenes:

La primera, la del tatuaje que recordamos en una foto de la autora. En su espalda. Una mariposa, claro. Nada de metáforas, literalmente una mariposa grabada en la piel. Sin embargo, no es el único tatuaje: Si nos fijamos con atención, encontramos otras declaraciones.

Un segundo tatuaje es la palabra Poesía, así con mayúscula. Y allí va Verónica con sus alas. Los que la conocemos sabemos bien que es una gran lectora de poesía, especialmente de los grandes latinoamericanos, sobre todo de nuestros grandes poetas argentinos comprometidos con el pueblo. Algunos desaparecidos, claro, durante la última y sangrienta dictadura militar. Esos desaparecidos –todos, no sólo los poetas- están en la dedicatoria, asoman en sus versos y en imágenes junto a otros y otras asesinados del pueblo.

Entonces llega el turno del tercer tatuaje: un pañuelo.

Dice Verónica en la dedicatoria: pañuelos blancos y verdes.

Pero nos referiremos especialmente hoy a los blancos: Madres y Abuelas de Plaza de Mayo sobrevuelan el poemario, sus hijos desaparecidos lo sobrevuelan, como en aquellas marchas multitudinarias  del 24 de marzo* en que ellas, las mariposas, hacían acto de presencia sobre los que caminábamos juntos.

Porque cierta leyenda cuenta que el espíritu de los guerreros más valientes y caídos en combate, vuelve en forma de mariposa. Y parece que también los que amamos pueden sobrevolar nuestra tristeza en esa forma.

Transmutación, metamorfosis, victoria.

Entonces queda claro: el espíritu de combate de la autora, puesto de manifiesto una y otra vez en sus letras y su quehacer cultural, se alza y concreta en estas alas.

Cuerpo y letra se corresponden amorosamente y no hacen falta las metáforas para que la poesía diga presente.

 

 

MOJA

 

No moja la lluvia
mojan los recuerdos,
la mirada indiferente,
el gesto anestesiado.

No moja la lluvia, no.
Moja el río de los pasos quietos,
la transparencia impune,
el agua de la villa.

Mojan los ciegos,
la Patria sin bandera,
los versos de Santoro,
los besos sin esquinas.

No moja la lluvia, no.
Moja la memoria,
Santiago y la desidia,
la trampa del olvido.

Mojan los cómplices,
la sangre en los bolsillos,
el silencio de todos,
las manos asesinas.

Verónica González. Piel de mariposas. Buenos Aires: Bulbo Editorial, 2020.

Verónica González.

 

Verónica González (Caba, 1977). Es Licenciada en Psicología.
Escribió los siguientes trabajos en presentados en Jornadas de Residentes en Salud Mental del Área Metropolitana. G.C.A.B.A., Secretaría de Salud,
Dirección de Capacitación.
“Crimen y castigo” (2007), obtuvo mención en el área clínica infanto-juvenil,
“La prisión oscura de la Libertad”, “Wally está en la web”, “Un amparo contra el olvido” (2009) mención en el área institucional, y “El acomodador” (2009)
mención en el área clínica infanto-juvenil.
Finalista del concurso de Gabriela Mistral “Poesía al amor” participando en la Antología Hispanoamericana Gabriela (2012)
Escribió el prologo del libro “Fósforos gemelos” del escritor Luis Duarte,
Editorial Nuevo hacer. (2014)
Finalista en la Antología de Poesía “Entrelazados”, de Tahiel Ediciones (2015).
Ganadora y finalista en la Antología, “Poemas de la resistencia”, Ediciones
Clara Beter (2016).
-Movimiento cultural y político barrial “Plaza abierta” desde diciembre de 2014-agosto 2016. Actividades culturales en espacios públicos: obras de teatro,
lectura de poemas, recitales, actividades infantiles. Talleres sobre violencia de género e institucional.

-“El balcón”, agrupación cultural, desde diciembre 2017 a diciembre 2019. El objetivo principal de este grupo de artistas, fue apostar al encuentro y a la ternura, en tiempos de redes sociales, a partir de diferentes eventos culturales.

 

Vídeo de la presentación del poemario:
https://www.youtube.com/watch?v=eqG0Yyuh4XM&t=130s

 

Contacto:

Para adquirir el libro comunicarse con: bulboeditorial@gmail.com

 

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Un concurso de novela de Norma Píngaro y Juan Carlos Nahabedian

 

Portada de la obra.

 

Un concurso de novela de Norma Píngaro y Juan Carlos Nahabedian

 

 

por Alba Murúa

 

 

Estamos ante una novela que se lee de un tirón, que atrapa y deleita.

Con prólogo de Alba Yaber y en plena pandemia 2020, nos la presentan sus autores.

Con los más conocidos recursos del género pero sin embargo, fresca y actual. Guiños y homenajes a Cristhie, Poe, Denevi, entre los que pudimos reconocer. 

 

Acertados intertextos, más la relación entre la lectura y los lectores, entre estos y los escritores. La formación en psicología de la  autora aporta hondura y verosimilitud a los personajes, sin que ello resulte  pesado ni indescifrable. 

La presentación clásica de los protagonistas no le quita méritos, cada uno es un punto perfectamente anclado, una delicia. Los raccontos son justos y precisos y otorgan hondura a la caracterización. 

El argumento nos presenta una editorial y sus recursos de marketing. Un concurso turbio por donde se lo mire. La curiosa selección – y personalidad- de los jurados. Y misterios varios, entre los que destacan un asesino serial de antología. 

Aunque la obra nos ofrece varios elementos del policial clásico con pinceladas del negro, también está repleta de ironía y, por momentos, de humor delirante e hiperbólico que nos recuerdan a Aira. No falta un cierto burlarse de uno mismo, muy acertado. Nos hemos reído en grande en varios pasajes y  eso en estos tiempos se agradece muchísimo.

Dos autores y un libro para no perderse. 

 

«… En la biblioteca poseía más de cinco mil libros, la mayoría en su idioma original. No eran meros adornos, los había leído todos, algunos más de una vez. Sin embargo, su lugar preferido era el taller de imprenta donde restauraba viejos ejemplares.
Ahí el tiempo transcurría sin angustia, trabajaba relajado
en perfecta comunión con los elementos que utilizaba, era diestro en el manejo de los diferentes artefactos. Distinta era la ansiedad que lo dominaba en el escritorio de la biblioteca cuando tecleaba alguna historia en la vieja Rémington. Ahí el tiempo era su enemigo y la urgencia por terminar un texto lo alteraba al punto de perder la calma y pedirle perdón a los fantasmas que lo asolaban. Nunca tuvo éxito como escritor,
él atribuía el fracaso a la cantidad creciente de gente que no leía, la mayoría impulsada por una tecnología absorbente. Mis perversos enemigos, solía pensar al referirse a ellos. «

Un concurso de novela (fragmento).

 

Los autores:

Norma Píngaro

 

Norma Píngaro

Nací en Buenos aires, me recibí de psicóloga en la UBA, hice un posgrado en psicoanálisis en el Htal Posadas. Soy especialista en Psicología clínica de adultos con orientación psicoanalítica, docente de posgrado y doy cursos virtuales para colegas.

Siempre me gustó leer. Me recuerdo en el patio de mi casa leyendo El cura de mi aldea, de Fernández Perez, María, de Jorge Isaac y tantas otras novelas.

Tenía nueve años y había fallecido mi abuela, mi segunda madre. La lectura me permitió refugiarme en un mundo imaginario que me quitaba el dolor. A los quince ya había leído a Rayuela, Papillón, a Sartre. Una lectura desordenada y poco metódica, hecha de oleadas de entusiasmo.

Publiqué varios libros, algunos de literatura, poesías, cuentos, algunas antologías, otros de psicoanálisis. Suelo escribir artículos también. Esta es mi primera novela.

Coordiné varios talleres literarios y fui correctora de varias publicaciones.

Mis autores favoritos son: Hebe Huart, Claudia Piñeiro, Gioconda Belli, Hakura Murakami, Liliana Heker y Julio Cortázar, entre otros.

Últimamente me interesa la temática feminista así como los ensayos filosóficos sobre la actualidad.

Contacto: normapingaro@hotmail.com.ar

Facebook: Norma Píngaro
Instagram: @normapingaro

 

Juan Carlos Nahabedian

 

Juan Carlos Nahabedian

 

Nací en Buenos Aires el 3 de marzo de 1947. 

Viví veintiocho años en Remedio de Escalada.

Cursé estudios universitarios en la UBA y me recibí de Ingeniero Electrónico.

Residí en Chubut (Comodoro Rivadavia), Tierra del Fuego (Rio Grande), Neuquén (Cutral Có), Santa Cruz (Cañadón Seco), Mendoza (Malargüe) y siete años en El Tigre, estado de Anzoátegui en el llano venezolano, contratado por una empresa americana.

Cuatro hijos y dos nietos a los que adoro.

Comencé a escribir cuando hice el servicio militar en Zapala a los veinte años, cuando el único contacto con los afectos eran las cartas. Al principio crónicas de mis actividades, luego se transformaron en algo más, cuentos, poesías y en cualquier cosa que subiera a mi cabeza.

Antes sólo era un muy buen lector, un devorador de libros, del tipo de no dormir hasta llegar al punto final. Creo que el récord por cantidad de hojas lo tengo con Dune de Frank Herbert.

Desde que tengo memoria leo. Una de mis tías cuenta que cuando era pequeño, tres o cuatro años, recitaba los textos de los carteles de propaganda que se cruzaban en mi camino. Yo creo que reconocía las imágenes y nombraba el producto.

Considero que para escribir primero hay que leer. Mis autores favoritos, Tolkien, Pessoa, Borges, Donoso, Hughes, Le Guin, Lovecraft, Márquez; variado. Aunque el libro que me hubiese gustado escribir es Flores para Algernón de Daniel Keyes.

Como autor publiqué antologías compartidas con otros autores. En soledad Antes que toque el suelo (2017)

Con Norma comparto, como autor, dos libros, uno de cuentos A la sombra de un Dios ausente y Un concurso de novela. Una vez gané un primer premio en un concurso de relatos exotéricos, con el cuento, El hombre sin nombre, creo que en 1997. La anécdota es que yo no lo mandé, lo hizo un amigo, casi un maestro, compañero del taller literario porque no lo entendió. Yo me enteré del concurso el día que anunciaron al ganador.

Como diría un famoso personaje animado: Esto es todo gente… Por ahora, agrego yo. 

Página: nahabedian.wordpress.com

Contacto: concursodenovela@gmail.com

 

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Una pieza poética para ejecutantes virtuosos: Maratón dromedaria de Hernán Lasque

Portada de la primera edición.

 

Una pieza poética para ejecutantes virtuosos: Maratón dromedaria de Hernán Lasque

por Alba Murúa

 

Hernán Lasque.

“¿Quizás el me importa un cuerno tu verso taxativo sea lo

implícito de la era?

Era hora que escriba y escribe:

¿Qué será esto visto desde el futuro cuando mi tiempo no sea

más mío aunque hoy mismo no lo sea?”

 

Hernán Lasque

 

 

 

 

Otra vez la música. La música y el poema íntimamente unidos, esa melodía. El ritmo poético o una cadencia que algunos sentimos en el pulso, en las tripas, ese escribir como respirar.

Los epígrafes nos hablan de esta música, del ritmo que puede escucharse mejor si realizamos una lectura completa. Este poemario es un pieza musical. ¿De cámara o una sinfonía?  Nos inclinamos por la última opción, aunque nos faltan conocimientos musicales para apreciarla en su totalidad.

Por cierto, el primer verso del primer poema inicia así:  “Canta pájaro indio tu secreto…” y, claro, evocamos de nuevo a Whitman en su Canto a mí mismo.

En ese primer poema, hacer y decir son una sola cosa. La invocación con su ritmo de tambores nos recuerda también a Nicolás Guillén.

 

En esa Arenga, entonces encontramos la evocación del gran vate estadounidense. Pero en el juego sintáctico,  reminiscencias de Lezama Lima. ¿Influencias? Sí, aceptadas. Pero ha tomado distancia el poeta. Su decir es único y eso siempre maravilla.

 

Más  dionisíaco que apolíneo, nos ofrece una profusión de imágenes, metáforas, alegorías,  claroscuros, neologismos, preguntas retóricas, sustantivos trocados en verbos que iluminan. Una efervescencia léxica en que el lirismo se combina con algunos poemas más narrativos de forma exquisita. 

Seguimos nuestra lectura tratando de desentrañar el enigmático título. ¿Acaso el poemario se estructura como una maratón? En todo caso, circular. 

Y vamos hacia el poema homónimo.  El centro de la obra que hoy nos convoca parecen ser estos dos poemas amorosos, Jam y Maratón dromedaria.  De un erotismo refinado al máximo, de una estremecedora belleza, única, extraña y, sin embargo, no.  Jam no es la zapada, es la hora, el instante atemporal del encuentro, la hora en que todo se detiene.

Están las pérdidas, claro, está la pena.

Pero está el goce que encarna y se recrea: “…en el sueño táctil/ sabrá nombrarte al calor del polisémico lenguaje…”

 

Y más. Leemos Álalun y nos preguntamos: ¿un poema onírico, surrealista quizás? Algo se nos escapa y resuena: animal que brilla y transmuta, el poema que huye, nirvana,  aleph… Una música lunar, una marea. Un poemario que termina y no. 

 

Hay un caballo que va y viene en estos versos. Hay un viento del sur que a veces es el chiflido de unos pulmones no del todo sanos. Hay un mar sin orillas. Hay construcción y mano de obra, la ruta y sus peligros, la meseta.

Y hay un camino interminable para seguir circulando:  el abrazo, el silencio, la palabra poética.

 

* Nota de la autora: Estos poemas no pueden reseñarse. Esto no es una reseña:  es un decir qué bueno poder leerlos;  o bien, gracias por la poesía de Hernán Lasque.

 

 

MARATÓN DROMEDARIA

 

Descabalgar de la voz cumplido su cometido de piedra
implicancia y cuerpo          pie de ornamenta
tronco
               proliferaciones en vena.

Sombrearás para ello cada forma
cuando la tarde se hunda
en los cuencos de la abeja
tres gotas
el vivo pez
de su ojera.

 

 

 

Crecen hacia una forma visible
un rumbo suave
horas que por destinación:
quietudes o
maneras que innovan premisas
y exhortan a la intimidad su elemento.

La cercanía es un extravío que maniobra escarmientos
o la conveniencia de la carne en las pupilas
luego de cada embate
que todo en su cada lugar
atender
cansancios y longitudes
a galope de la mañana viniendo
abnegada en sus predilecciones
yendo sobre la inmediación de los cuerpos
a las patas de un camello ígneo
sumido en minuciosa deflagración
el ébano de imposibles taraceas
en esa y no en otra
quietud
orbitar           y fundamentar
las bocas y escrutar
con la punta de la lengua cada pieza dentaria
agarrando a las muelas el lejano aullido recién llegado
en cadenciosa elegía
en la inédita entropía de dos cuerpos inéditos
dilatados en conclusión de sudores
horas trance
horas tren
viaje al centro ajustado de la trenza
en la convicción de haber
apenas
llegado hasta acá en copulaciones geométricas
expandidos en deleitación de combinaciones corpóreas
en la dilación de las clausuras anticipar cada pulsión
y proponer

mecánica de trenes imantados
sinergia de las curvas en peralte
unos sobre otros inclinados los libros de un estante

cipreses creciendo en el ascenso de tu nuca

en la clara de mi mano donde el sueño táctil

sabrá nombrarte al calor del polisémico lenguaje

las conspiraciones y anuencias
el ensamble de coronas dentadas
roldanas y poleas y toda la maquinaria verbal ceñida
a finalizaciones abiertas

partidas irreductibles

camellos maratonistas

tropilla de crines blancas y negras

caballos dorados y una fábrica de futuros

la caravana que duerme a nuestro lado
su maratón dromedaria
la caravana
camarada
la caravana.

 

Hernán Lasque. Maratón dromedaria. Buenos Aires: Leviatán, 2019.

 

 

Hernán Lasque

 

Hernán Lasque (1977) nació en Concordia, Entre Ríos, donde vivió hasta los 18 años. Desde el año 2004 se encuentra radicado en Plottier, ciudad ubicada a 17 km de Neuquèn Capital. Publicó los libros RATÓN BLANCO (Cuentos, ed. Colisión Libros, 2009), LIZETA (Relato, ed. Colisión Libros, 2010), LAMEN (Poesía, ed. Buenos Aires Poetry, 2017) y MARATÓN DROMEDARIA (Poesía, ed. Leviatán, 2020). Entre otras publicaciones se destacan la Antologìa de Autores de Concordia, publicada en 2017 por el Colectivo Autores de Concordia; y el Atlas de la Poesìa Argentina II, trabajo realizado por la Poeta y Profesora Eugenia Straccalli y el Prof. Bruno Crisorio, publicado por la editorial EDULP de la Universidad Nacional de La Plata, en el año 2019. 

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Ciela Asad. El triunfo del jilguero, la belleza, el poema

Arte de tapa: Dante Zaballa.

 

Ciela Asad. El triunfo del jilguero, la belleza, el poema

 

 

por Alba Murúa

 

Ciela Asad.

 

Un libro de poemas ha llegado a nosotros y nos encontramos ante un título que nos produce curiosidad. Título sorprendente y extremadamente poético pero que, al detenernos, nos provoca repulsión y angustia: un enorme y violento animal cortando la voz de un pequeño pájaro.

 

Para develar misterio semejante no queda más que leer y releer.

 

Las palabras introductorias de la misma autora,  intentan aclarar el enigma. Pero no nos atengamos por completo a las mismas. Ya sabemos que el quehacer poético es un asunto de claroscuros. Bien lo dice la poeta cuando nos advierte:

 

“…estás en territorio de humedales.” C.A.

 

Claro está que al repasar el índice, parece más claro el juego. Es la lidia, es su arena y  la sangre derramada de la que habla García Lorca –pero aceptada en este caso-. Es la superación del miedo al toro en la poética de Miguel Hernández. Es también una pieza perfectamente orquestada en que la victoria, al fin, canta gozosa.

 

“… Se encontró mujer donde rompen las olas. Hizo del miedo un asombro.” C.A.

 

Los recursos espaciales son importantes en este poemario, así como los fónicos, especialmente la aliteración que despliega todas sus posibilidades. Y se planta el sonido desde el comienzo en esos siete poemas que siguen las notas musicales.

 

En las siguientes partes se multiplican las referencias al universo musical: fusas, semifusas, arpegios, sostenidos, bemoles…

 

La última parte son letras de canciones. A simple vista, independiente de las  primeras, ya que el motivo principal ha desaparecido. El toro ha muerto, pero para quienes hemos visto a Ciela Asad en su faz de guionista, directora y actriz -por ejemplo en la estupenda pieza teatral “Belleza y escándalo”- el jilguero sigue cantando el dolor y el triunfo sobre la violencia.

 

 

Mientras escribía este artículo, escuché una charla de Ivonne Bordelois subida por la misma Ciela Asad a sus redes. Y allí encontré otra clave de este poemario. Dice Bordelois:

 

«… hay que darle a cada palabra el toque de queda necesario atrás de la palabra. Y ese es el silencio. Cada palabra tiene que estar respaldada por un espacio de silencio…” I.B.

 

Agregaremos entonces que, en estos poemas el silencio es un abanico de amplio espectro: musical, poético, escénico, simbólico. Se alude además a un silencio doloroso que es quebrado al fin por el canto del pájaro.

Precioso y justo el arte de tapa a cargo de Dante Zaballa.

Y para quienes quieran seguir desentrañando este libro, vayan también al prólogo de Roberto Cignoni.

Mejor aún: les recomiendo la relectura de estos poemas.

Y regalarlos. Especialmente a mujeres y a aficionados a la música y al vuelo. Como los pájaros.

 

 

 

barba azul sin lengua:

sentado el toro

en la garganta del jilguero

la mano en el hacha

y una luna de sacrificio

lleva el cadáver

como objeto de metáforas

la poeta se alimenta de su carne

bebe el caldo

y el viento

la convierte en grulla

la rabia con ojos de búho

desordena el cosmos

canta victoria

esta vez

a tiempo.

 

Ciela Asad. Un toro en la garganta del jilguero. Leviatán: Buenos Aires, 2020.

Ciela Asad.

 

Ciela Asad, «Obradora»

Su extensa y ecléctica formación pasó por la literatura, la pedagogía, la filosofía, la actuación, el canto y la danza.

Fue co-fundadora y coordinadora del área pedagógica del Living Teatro de Castelar. (Escuela de Formación de Actores y sala de teatro independiente, primera Casa Abierta de Castelar ) Años 1991 al 2000.

Desde el año 2000 al 2016, dirigió el colectivo poético teatral VUELOS

Fundadora en dicho espacio de la Biblioteca Popular Alba Correa Escandell.

Durante cinco años (hasta el 2019) llevó adelante el programa radial en la fm en tránsito de Castelar (primera radio cooperativa del país). Programa: “Vuelo al fin”, desde donde difundió poesía y poetas locales y latinoamericanos desde su columna “Mate con Hades”

Fue coordinadora junto a Susana Szwarc del taller «piedra que rueda no junta musgo» de teatro performático: poesía en acción, en la Biblioteca Nacional. Año: 2006

Estuvo a cargo de las cátedras de técnicas corporales de la Escuela de Formación actoral Pedro Escudero de la Municipalidad de Morón desde el año 2006 al 2012

Fue Coordinadora artística de la Biblioteca Municipal de Morón. Años 2012 al 2015

Desde los comienzos de su formación se dedicó a la investigación de la palabra poética en el cuerpo y los procesos creativos. Resultado de dicha investigación fueron las obras de teatro performático y libros: «Poesía puesta en la escena» (Libro Poesía, actuación, dirección), «las palabras del puente» (Libro de poesía, actuación dirección), «La transmutación de Magnolia» (dirección), “Anejir”, una llamada poético musical (performance) y actualmente «Arbor».

En el año 2014 estrena » Belleza y escándalo» (autora, actríz, directora general): espacio Pata de Ganso. Tadrón Teatro, sobre el siempre cambiante concepto de belleza. Sobre el abuso intrafamiliar. Sobre el diálogo reparador con el espíritu creativo. Actualmente nueva versión unipersonal con música original en vivo.

Espectáculo ganador del certamen Nuevas Tendencias organizado por Nación. Abrió el festival del mismo nombre en el Teatro Municipal de Morón. Noviembre 2017

Libros de poesía publicados: “poesía puesta en la escena” editorial hojas del caminador

“las palabras del puente” editorial Hojas del Caminador
«El ojo abre» libro de poemas editorial Araucaria

“Un toro en la garganta del jilguero” Editorial Leviatán

Libros de literatura infantil: “Los Grutynos”

“Los cuentos de la buena pipa”, editorial MB, año 2017, contratapa Adela Basch

Disco infantil: “Los chorlitos” (Disco más espectáculo poético plástico musical) junto a Claudio Turica

“Pañuelos en escena” editorial El Zócalo 2018 sobre la vida de Madres de Plaza de Mayo emblemáticas de la zona oeste. Presentado en la 44º Feria internacional del Libro de Bs.as. En la universidad de Morón, en la universidad de Quilmes, en la Casa de la Memoria y de la Vida, en Femoba, y en varios municipios. Junto a otros cinco autores: Guillermo Cácharo, Hernán Nemi, Stella Maris Castro, Jorge Abolio y Luis Saez.

Colaboró en revistas literarias: Otras Puertas. Incorporarte, Hojas del Caminador, Uno Mismo, entre otras. Fundó y llevó adelante junto a Dani Cuzzo la revista literaria infanto-juvenil “El barco que parte”

Participó de numerosos festivales nacionales e internacionales, entre los más importantes: invitada por la UNEAC, Cuba, al centenario del poeta Manuel Navarro Luna, como poeta y performer

Festival Perimetral en Uruguay. Como poeta, actriz y directora.

Encuentro Internacional Red Magdalena en Bs.As, Red de Mujeres en Arte

Festival Internacional EMTIJ. Chile. Como dramaturga y directora.

Dirigió más de veinte obras teatrales entre las que se destacan además de las mencionadas: «Para las próximas flores» sobre la vida de Josefina ( Pepa) de Noia, Madre de Plaza de Mayo línea fundadora.

En : Centro Cult. de la Cooperación, Teatro Municipal de Morón, Legislatura porteña, Ecunhi Festival Mujeres a escena. Ciudad de Tucumán.

«Cenizas-Uspha» co-creación argentino peruana, sobre los desaparecidos y víctimas de violencia en ambos países. Estrenada en Ayacucho y en Lima (Perú) y en Argentina en el ECUNHI, Galpón de Diablomundo, VUELOS, etc.

“The Shoes”, industria argentina de Cristina Merelle, en el Centro Cultural Haroldo Conti, Teatro de Morón, Caras y Caretas, etc.

“LOS UNITÁ” (Sainete al palo) sobre la violencia familiar y la inmigración italiana en la Argentina.

También formó y dirigió a un elenco infanto-juvenil con el que viajó a numerosos festivales por el país, Uruguay y Chile; «la comedia fantástica» y «los exploradores en busca de…», misma investigación en el ámbito infantil y estimulación a la lectura.

Creadora del método Kuvera, desenvolvimiento creativo para todas las personas.

Brinda capacitaciones y talleres online desde su Escuela itinerante de Bioescritura: “Escribir en el papel, en el cuerpo, en el espacio” “Hilar la palabra” donde brinda herramientas literarias, expresivas, corporales, vocales para la Narración Oral Creativa en institutos de formación docente y particulares.

Actualmente presenta ”Arbor” una llamada poético musical, textos y voz propios, la música original de Claudio Turica, y la participación en vivo del artista visual Matias de Brasi.

Coordina dos talleres en ADEF, Cultura: de LECTURA y “Ver para vernos” de apreciación de espectáculos, exposiciones, encuentros con artistas.

 

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