LEER COMO UNA FORMA MÁS DE RESISTENCIA

 

 

Primer semestre de 2021, segundo año de pandemia

 

Inauguro una nueva sección en el blog. La de enumerar lecturas, ya sean libros físicos que por alguna razón no reseñé (o sí, pero en otros espacios)  tanto como libros en formato digital.

Y digo otra forma de resistencia, refiriéndome a la pandemia que asola el planeta desde el año pasado y que nos tiene a maltraer.  Los libros iluminan,  bien lo sabemos los lectores.

Desde que comenzó el año, he leído bastante, aunque podría haber sido más.  Parte de ese material me lo ha facilitado la queridísima Biblioteca de Haedo, de la que soy socia desde hace tiempo y en la que incluso he coordinado -junto al escritor moronense Fernando Vega- un taller de lectura.

Rescato títulos como El vino del estío de Ray Bradbury  (que tanto me había recomendado -y con justa razón- la querida María Sueldo Müller), El nervio óptico, una joyita de María Gainza, y la conmovedora El lugar del padre de Ángela Pradelli.

Comencé a leer  a Claudia Piñeiro y no puedo parar; hasta ahora: Las viudas de los jueves, Las maldiciones, Una suerte pequeña, Elena sabe, Un comunista en calzoncillos, Quién no y su renombrada Catedrales.

Otro autor que empecé a frecuentar fue a Martín Kohan. Las tres novelas que leí a esta hora se sacan chispas: la sugestiva Bahía Blanca, la estupenda Segundos afuera y la estremecedora Dos veces junio.

También me tocó el turno de leer a Marosa di Giorgio, su extraño y poético mundo. Hasta ahora tres títulos:  Rosa mística, Reina Amelia e Historial de las violetas.  No había conectado antes con Marosa, pero ahora tengo con su universo una relación entrañable. Aprovecho para recomendar, de paso, el precioso documental sobre su vida, El ruedo en flor de Juan Pablo Pedemonte.

Dos novelas duras e imprescindibles que me debía: Enero de Sara Gallardo y Las primas de Aurora Venturini.

En la Biblioteca del Ministerio de Educación, leí la sugestiva Kavanagh de Esther Cross y en la Biblioteca Nacional, los deliciosos relatos de Tres historias pringlenses de César Aira.

Guillermo Martínez me sigue encantando con su serie policial clásica ambientada en Oxford. En este caso, Los crímenes de Alicia, para aplaudir de pie.

Otra novela que disfruté enormemente fue Adiós Hemingway de Leonardo Padura.

Cristian Vitale escribió hace diez años su ópera prima:  De espaldas. Es una novela poética y bellísima que no ha envejecido un ápice. Esta reseña está en el blog, por cierto. Otra ópera prima reseñada inaugura, a su vez, un proyecto editorial independiente que alentamos: se trata de El elefante negro y el poemario Lo que cae entre la niebla de Fabián Chazarreta.

En poesía, además de picotear aquí y allá, y de lo que ya comenté, tuve la dicha de leer a Valeria Zurano. Insular es un poemario que no defrauda a quienes somos sus lectores asiduos.

Otro poemario que no he reseñado más que para Instagram pero que merece mención es Tundra de Gabriela Clara Pignataro, editado por Años Luz.

Y por hoy me despido aplaudiendo a la queridísima María Belén Aguirre y su obra premiada en 2020 por el Fondo Nacional de las Artes,  Siamesas.

Pueden leer aquí lo que escribí acerca de esta nouvelle poética. Y si prefieren que profundice mi comentario acerca de alguno de los títulos, escríbanme, estaré encantada de hacerlo.

 

https://devenir111.com/belen-aguirre/?fbclid=IwAR2tSxMm0uN7CuivNK77YP7awj4O5eJKD5aaG7fOw09TSgVh_xS0S3ovZoI

 

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