De cómo Ediciones de la Eterna creó un evento inolvidable para esta humilde pergeñadora de versos y su libro

Ph: Facundo Gastón Floria

Entretelones de una presentación

Por Alba Murúa

 

 

Inolvidable.  Así podría resumir lo que sucedió el pasado miércoles 19 de octubre de 2022, cuando presentamos “Servicio meteorológico”.

Desde el día anterior estaba nerviosa, incluso tuve pesadillas. Pero aquello fue porque olvidé el oficio, experiencia y amor que tienen y manifiestan en estas cuestiones mis presentadores y editores María Belén Aguirre y Andrés Kischner.

 

Con María Belén Aguirre y Andrés Kischner
Ph: Facundo Gastón Floria

 

Llegué al Museo del Libro y de la Lengua “Horacio González” (después de años de no transitarlo) sin agitarme, gracias a la compañía de una de mis hijas y dos de mis nietos. Lo encontré algo cambiado, pero la sala David Viñas sigue muy linda y bien cuidada.

Después, todo fue fácil, gracias a ellos que estuvieron en cada detalle: el sonido e iluminación, asegurarse de que la proyección del precioso video que nos acompañó en enorme pantalla saliese perfecta, la disposición de los libros sobre la mesa, los souvenirs –paragüitas de chocolate para compartir con todos los asistentes-, que los músicos que nos acompañaron y el público estuviesen cómodos.

 

Ph: Facundo Gastón Floria

 

Hubo besos, abrazos, reencuentros y nuevos contactos que es tan lindo hacer de modo presencial, mirándonos a los ojos (amigas y poetas como Elizabeth Molver, María Sueldo Müller, Teresa Inés Vilas, Gabriela Yocco, Gloria Arcuschin; compañeros de letras como Gabriel Rodríguez y Luis Zavatto, además de Margarita Ardengo y Lili Santillán, entre otras/os).

Les cuento además que, unos momentos antes del comienzo, colocamos un nuevo regalo para los lectores en cada uno de los libros, acorde a los tiempos que corren: un código QR, que ofrece una ampliación de la experiencia lectora.

 

 

Después, me senté entre los presentadores a escucharlos y emocionarme. María Belén además de una lectura generosísima desde algunos de mis trabajos previos, me hizo algunas preguntas que no sé bien cómo contesté (ya estaba demasiado emocionada). Andrés leyó después unas páginas tan enormes y conmovedoras que me hicieron lagrimear. Luego -pequeña actuación de por medio para distendernos- me dio un ramo de flores.

 

Ph: Facundo Gastón Floria

 

Abrazos, más abrazos y, a continuación, compartimos el precioso video Llueve en Père-Lachaise, basado en mi texto homónimo, hasta que llegó el momento de la lectura de poemas, que alternamos con tres temas bellamente ejecutados en el violín por la joven y talentosa Agostina Zito. Uno en especial me conmovió hasta la médula: Oblivion, de mi admiradísimo Astor Piazzolla.

 

Con Agostina Zito
Ph: Elizabeth Molver

 

Como sorpresa, el excelente músico y compositor Juan Rosasco (amigo de mis presentadores), se sentó al piano y nos deleitó con una de sus canciones.

 

Juan Rosasco
Ph: Facundo Gastón Floria

 

Por último, firmé algunos libros y abracé a todos los amigos que asistieron, a quienes agradezco calurosamente, ya que era un día y horario complicado para la mayoría.

 

Ph: Facundo Gastón Floria

 

Más allá de los registros casuales, guardo algunas tomas hermosísimas, trabajo del fotógrafo (y poeta) Facundo Gastón Floria, como varias que subí aquí mismo y esta, que es una de mis preferidas, en la que captó mi emoción.

 

Ph: Facundo Gastón Floria

 

Les dejo el enlace a las palabras que escribió Andrés Kischner para la ocasión:

 

https://docs.google.com/document/d/1LF45vAm7YBqxFlcLRx5gzjRCCNlPcHsB/edit?usp=sharing&ouid=102951062342379563722&rtpof=true&sd=true

 

 

Y la data de los enormes artistas que me acompañaron, profesionales lúcidos y sensibles, por si quieren conversar con ellos y/o contratar sus servicios:

 

Ediciones de la Eterna- María Belén Aguirre:

 

Correo electrónico: mariabelenaguirre77@gmail.com

https://www.instagram.com/mariabelenaguirre11/

 

 

Andrés Kischner:

 

http://taller-filosofia.blogspot.com/

 

 

Facundo Gastón Floria (fotografía):

 

https://www.instagram.com/facundogastonfloria/

 

Juan Rosasco (músico):

 

https://www.instagram.com/juanrosascoenbanda/

 

 

Agostina Zito (música):

 

Whatsapp: 11 5333 7210

https://www.instagram.com/zitoagostina/

 

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Ya en cuenta regresiva para la presentación de mi nuevo poemario

Flyer de la presentación en el Museo del Libro y de la Lengua «Horacio González» (Ciudad de Buenos Aires).

 

Amigos y amigas:

Les dejo el enlace al bello spot que María Belén Aguirre y Andrés Kischner han realizado para promocionar la presentación de «Servicio meteorológico».

En el mismo, pueden escuchar mi lectura de uno de los poemas.  Ojalá les guste.

Ah, y no olviden que están todos/as invitados/as.

https://www.youtube.com/watch?v=s37gNc3It7o&t=10s

 

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Del nacimiento del poema “Llueve en Père-Lachaise”

¿Cuánto tiempo lleva escribir un poema?

 

 

Lluvia en la periferia de Buenos Aires.

 

 

Por Alba Murúa

 

Algunos lectores creen que escribir una novela tiene más mérito que escribir poesía. Son los que miden todo: en este caso, por extensión y tiempo de elaboración, parece que cualquier novela “le gana” a un poema.  Sin embargo, me detendré en esta última medida porque, ¿cuánto tiempo lleva escribir un poema breve?… Y respondo: mucho más de lo aparente. Y no me refiero al ritual de dejar los poemas descansar hasta retomarlos, releerlos con nuevos ojos, ver qué se hace con él. Ni al más o menos extendido período de corrección que, en algunos poetas que conozco, puede prolongarse infinitamente. Me refiero a todo lo que constituye un poema: el trayecto de una vida, las copiosas lecturas, el conocimiento acerca de la teoría y la práctica, los cien, mil o más poemas escritos antes de aquel, las marcas del alma.

Así sucedió (no lo pensé al escribirlo, por supuesto, eso es algo que no se reflexiona cuando una está sumergida en el proceso de escritura) con “Llueve en Père-Lachaise”, incluido en mi poemario Servicio meteorológico.

El disparador de ese poema fue un posteo en las redes que no recuerdo con exactitud. Sí recuerdo a su autora, la crítica de artes escénicas Teresa Gatto*, quien a diferencia de quien suscribe, sí ha viajado a Europa más de una vez (en mi caso, todo se reduce a copiosas lecturas y a algún viaje astral).

Al recorrer virtualmente aquel famoso lugar de Francia, lo relacioné –por su abolengo y último destino*- con el barrio de Recoleta que, en mi carácter de curiosa del arte, he recorrido incansablemente; también recordé el río Matanza y un relato de Elizabeth Molver y Domingo de Cristófaro acerca de una de tantas inundaciones. El agua subía también en mi casa materna, entraba a todas las habitaciones  y arruinaba los muebles que tanto habían costado, y pensé en aquellos barquitos de papel que armábamos con mis hermanos, ajenos a la silenciosa desesperación de mis padres. Como una embarcación lleva a otra, los bellísimos barcos que creó el querido y admirado artista plástico Francisco Lazo Toledo navegaron por mis versos.

 

Por supuesto, estas son algunas pistas que he detectado yo misma en mi poema. ¿Habrá más?… Seguramente, porque cada poema también es un mundo.

 

Prueba de tapa de «Servicio meteorológico»

 

LLUEVE EN PÈRE LACHAISE

 

La tarde es anaranjada y verde
dorado el brillo de los ojos
bajo el paraguas
el empedrado destella suavemente.
Llueve en Pére Lachaise
con elegancia, claro.
Llueve en Buenos Aires
en las esquinas
buscan refugio
los vagabundos tristes
hambrientos
destruidos
por el vino barato
y la humedad.
Llueve en Recoleta
algunos entornan los ojos
para no ver.
Llueve también en Laferrere
y el Matanza reclama
su ancha orilla
a cada casilla de chapas
Llueve y Fran bota
en la calle llenita de agua turbia
sus barquitos de tornasol
que exorcizan las penas.
Llueve
o quizás sean lágrimas
este temblor
que asciende sobre el mundo.

 

Alba Murúa  (de Servicio meteorológico)

 

 

*Aprovecho este post para agradecerle a Teresa Gatto una inspiración de la cual se entera dos años después. Y, de paso, les recomiendo su sitio web, una prestigiosa plataforma de críticas teatrales y demases:

https://www.puestaenescena.com.ar/

 

* El cementerio Père-Lachaise, también conocido como el «cementerio del Este», es el cementerio más grande de París y cubre 43 hectáreas. Forma parte de los parques y jardines bajo la gestión del ayuntamiento de París. Es un lugar único que invita a la contemplación y a la ensoñación, empapado de arte, cultura e historia, donde se transita por su laberinto de piedras y vegetación. Más de tres millones de visitantes de todo el mundo lo visitan cada año. (Del sitio web del cementerio).

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Poemas, libros y algo más: De prólogos y contratapas

Poemas, libros y algo más: De prólogos y contratapas

Un poco más acerca de Servicio meteorológico

 

por Alba Murúa

 

 

Siempre que pregunto a mis alumnos cómo se orientan para comprar un libro físico del que no saben mucho, me hablan de la contratapa. Creo que estaremos de acuerdo la mayoría de los lectores, sobre todo quienes hemos pasado muchas horas revolviendo libros en magnánimas bateas ofrecidas por algunas librerías o en ferias de libros más o menos prestigiosas. Después de la tapa, ha de ser la contratapa lo que más miramos, sobre todo si en ella se encuentra la foto del autor, o algún fragmento, reseña, o una opinión acerca del libro que tenemos en mano. Algunas nos dejan insatisfechos o con ganas de más. Es el momento en que abrimos el libro, ansiosos por saber más de sus misterios. Ahora bien, cuando somos nosotros quienes escribimos, la contratapa nos causa inquietud: ¿qué encontrarán allí quienes se interesen en nuestro libro? ¿Podemos elegirlo y acertar? En mi caso, tuve mucha suerte. Le pedí al poeta y filósofo Andrés Kischner* que la escribiese, y él no dudó en hacerlo. Conozco a Andrés desde hace algunos años, aunque no nos hemos visto personalmente más de tres veces. El correo electrónico nos mantiene en contacto. Sé de su profunda labor poética y me encanta lo que escribe; además es una persona cálida y generosísima. Sin embargo, cuando leí lo que escribió para mi contratapa, quedé asombrada y agradecida. Vio algo que no vi pero que me habita. Un lujo de contratapa, en fin.

En cuanto a prólogos, les digo la verdad: desde hace años, casi no los leo, aunque los escribo. Cuando era joven lo hacía religiosamente, pero con el paso del tiempo, he preferido que predomine mi criterio para calificar un libro. Muchas veces -eso sí- los leo al final, para ver qué más me aportan o encontrar puntos de coincidencia. En otros casos, los leo porque son lúdicos (los de Elsa Borneman para su serie Socorro, un deleite; así como el de Orwell a su Rebelión en la granja,  o porque quien los firma me inspira respeto: tal el caso del prólogo de Borges a la primera traducción de Crónicas marcianas de Bradbury editada en nuestro país,

Ahora bien, yo se lo pedí a mi editora y tuve la dicha de que aceptara hacerlo. La primera noticia que tuve del mismo fue mediante un audio, en el que la propia María Belén lo leía (ya de por sí es hermoso escucharla*). Es un prólogo generoso y magníficamente escrito; desde ya los conmino a que no se lo pierdan.

Y ya que tuvieron la amabilidad de llegar hasta aquí, les dejo una pequeña muestra:

 

…La poeta Alba Murúa contempla el cielo, y al hacerlo crea no pronósticos sino oráculos de perpeplejidad, ternura y zozobra; extrañamiento ante lo bello, pero también ante lo ominoso. Ante la epifanía. Acaso la esperanza sea el nombre en que se cifran, en gradientes sutiles, el porvenir inmediato de nuestra existencia y el presente como un obsequio perecedero…

María Belén Aguirre

Atardecer sobre el mar, provincia de Buenos Aires.

 

*Les dejo el enlace al estupendo blog de Andrés Kischner:

http://taller-filosofia.blogspot.com/

 

*Uno de los videos, con un poema y voz de María Belén Aguirre, parte de un proyecto y canal de Youtube que fundó junto a Andrés Kischner: la Poemateca del Cine ABC.

https://www.youtube.com/watch?v=pxIgXxiwVVQ&list=PLzUXJx8Z_zf6gT_SlxW7ZklzHTaZmT46U&index=3

 

Más acerca de Servicio meterológico:

https://albamurua.com/2022/06/20/de-las-consecuencias-inesperadas-de-mirar-largamente-el-cielo-y-consultar-el-pronostico-del-clima/

 

 

 

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Qué planetas se alinearon para que Ediciones de la Eterna me concediera la gracia de que “Servicio meteorológico” se concretara de su mano

Qué planetas se alinearon para que Ediciones de la Eterna me concediera la gracia de que Servicio meteorológico se concretara de su mano

 

Por Alba Murúa

 

 

Conocí la obra de María Belén Aguirre, fundadora de Ediciones de la Eterna*, hace ya algún tiempo.

La admiración por su trabajo y las frecuentes charlas online, me llevaron a ir a escucharla en vivo. Fue en el ciclo de Pablo Queralt en la Biblioteca Popular de San Isidro;  allí también escuché a otro gran poeta, Jotaele Andrade: por aquellos tiempos ambos eran parte de un grupo de gran presencia poética que se plasmó en un libro artesanal hermoso: Los sobrinos bastardos de Arlt.

Luego, asistí a algunas de sus presentaciones. Recuerdo en especial la de Balumba (Para una ética del caos), uno de los libros de la colección “El carterista de Bresson” que pude traer a mi biblioteca. Aquella colección albergó títulos de otros tantos poetas exquisitos por lo que, ante la invitación de María Belén a integrarla con algo de mi poesía, dudé y dilaté la decisión de aceptar. Recuerdo que me dijo algo así (parafraseo, ya que seguro que lo de ella fue más bello):

“El tiempo es ahora, pasa velozmente y no sabemos cuándo nos dará otra oportunidad.”

Sin embargo, lo dejé pasar; y me arrepentí, por supuesto.

Tiempo después, María Belén dejaría las redes casi por completo y nuestra conversación se espaciaría. Sin embargo, en el transcurso de los años, se ha reanudado una y otra vez. Mucha de esa interacción contó con la mediación del también muy querido poeta Andrés Kischner.

Así llegamos a 2020, cuando ella ganó el Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes por su obra Siamesas. El intercambio de mails volvió a ser frecuente y un día me preguntó si estaba escribiendo;  me contó que tenía el proyecto de una nueva colección -esta vez de libros electrónicos- y me invitó a ser parte. En esta ocasión, accedí con alegría a enviarle un poemario creado durante el transcurso de la pandemia.

Después, debido a que MB en estos últimos meses ha publicado varios libros cuya edición física tenía pendiente, los tiempos se dilataron. Así fue que un día pude asistir a una nueva (y maravillosa) presentación de otra de sus obras (Pater dixit) en la Biblioteca Nacional. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que nacía bajo el sello de Ediciones de la Eterna, cuyos títulos en papel se habían discontinuado.

Así que aquello tan largamente postergado surgió con fuerza (además porque los primeros lectores de mi trabajo me habían dicho que aquel se merecía una edición en papel). Me animé a manifestar en voz alta aquel deseo y se hizo realidad. Con gran entusiasmo, María Belén se dispuso a la tarea, así que Servicio meteorológico está en camino y será presentado por primera vez el miércoles 19 de octubre de 2022 a las 19 hs. en la Sala David Viñas del Museo del Libro y de la Lengua «Horacio González»,  Avda. Gral. Las Heras 2555, Buenos Aires.

En suma, amigos, aunque suene muy trillado, la vida (a veces) te da revancha, así que vale la pena manifestar en voz alta nuestros sueños.

Ojalá ustedes puedan concretar  los suyos y, también, acompañarme en la presentación de este poemario que ya me está dando tantas alegrías.

Bien, dirán ustedes, mucha historia pero, ¿y la poesía?

He aquí la respuesta; aunque no pertenece al poemario, les dejo este breve poema que podría ser parte del mismo:

 

 

Invierno.

Ahora podemos

ver los pájaros

sobre el fresno

desnudo.

 

Así los enigmas

se revelarán

cuando la niebla disipe

el sueño en que vivimos.

 

Alba Murúa

 

 

 

*Ediciones de la Eterna es el sello editorial de la poeta, editora y gestora cultural María Belén Aguirre.

Para consultas, pueden contactarla directamente mediante su Instagram: @mariabelenaguirre11

 

Más de María Belén Aguirre:

 

 

https://albamurua.com/2019/09/14/maria-belen-aguirre-generosidad-exquisitez-y-talento/

https://devenir111.com/belen-aguirre/

https://laprimeravertebra.com/siamesas-de-maria-belen-aguirre-por-alba-murua/

 

 

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De las consecuencias inesperadas de mirar largamente el cielo y consultar el pronóstico del clima

Desde una ventana en el conurbano oeste de Buenos Aires.

 

Siempre me gustó mirar el cielo. Soy de esos humanos que se han tropezado varias veces por deleitarse con las nubes tormentosas o la luna llena. Y, sin embargo, no se arrepiente. En el fondo, durante mucho tiempo, creí ser la reencarnación de una romántica del siglo XIX: adoro la lluvia,* el viento -incluso cuando las ráfagas me atemorizan- las infinitas formas de las nubes y la variación de las estaciones. Pero estos últimos años –una afección de cervicales quizás sea en parte responsable- bajé un poco la vista hacia otros amores como las cúpulas de los edificios y las copas de los árboles.

Sin embargo, llegó el año 2020 y nos cambió a todos. A mí, como a muchos, se me aceleró el paso del tiempo por un lado (creo que envejecí diez años) y, por el otro, cada hora pesaba como la enorme piedra que el suicida se ata antes de tirarse al río. Así y todo, fui una de las privilegiadas: me quedé en casa desde aquel sorprendente marzo en que comenzó el confinamiento hasta septiembre de 2021. Mi casa, ese refugio que se me destinó cuando tantos seres no tenían más remedio que afrontar la intemperie, la exposición constante, las internaciones, es un departamento de dos ambientes en la zona oeste del conurbano bonaerense. Hace unos seis años que vivo sola, así que la experiencia fue retadora. Claro que existen las redes sociales, las videollamadas y todas esas herramientas impensables durante la segunda mitad del siglo XX, cuando nací. Pero así y todo, atravesé un proceso individual y colectivo que no me atrevo a analizar por falta de coraje y de recursos.

En esos días -para no enloquecer- comencé nuevamente a mirar el cielo con detenimiento. En realidad, ya había retomado en parte esta costumbre al mudarme: vivo en el segundo piso de un edificio por primera vez en mi vida.  A eso le sumé un hábito que se acentuó para protegerme: consultar el servicio meteorológico nacional.  Y digo, para protegerme, pero no del clima, ya que salía sólo cada diez días para proveerme de lo necesario para la subsistencia. No necesitaba saber si iba a llevar paraguas u otro abrigo. Pero tenía que protegerme de la incertidumbre, de la pena, de la desolación. Consultar el pronóstico del clima, a pesar de sus vaivenes, me ofreció un marco extraño de seguridad: allí seguían las nevadas, el granizo, las neblinas.* Persistían más allá de toda pérdida. Así que, sin proponérmelo, empecé a escribir una serie de poemas.*

 

 

*En mi adolescencia, lectora voraz de Pablo Neruda, comencé, a la luz de ambos amores, una serie que titulé Oda a la lluvia. Luego de cinco o seis poemas, descubrí que era muy difícil tratar un tema tan trillado y los destruí. Hace algunos días conté esta anécdota entre compañeros y Claudia Schvartz me felicitó por ello.  Lo que no me animé a decirle entonces es que, unas cuantas décadas más tarde, me salí con la mía. Espero que al enterarse, Claudia tenga piedad de esta insistente amante de los cielos grises.

 

*Otro texto que escribí en el marco de la pandemia, Crónica de niebla, pueden leerlo en la estupenda revista virtual La Primera Vértebra:

https://laprimeravertebra.com/cronica-de-niebla-por-alba-murua/

 

*Esta serie se erigió en el poemario Servicio Meteorólogico, que se presentará el miércoles 19 de octubre de 2022 a las 19 hs. en la Sala David Viñas del Museo del Libro y de la Lengua,  Avda. Gral. Las Heras 2555, Buenos Aires.

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